Queridas amigas y amigos: He tenido la suerte de estar cerca de Monseñor Cándido Rada de una o de otra manera durante 25 años. Le conocí en diciembre de 1970, recién llegado al Ecuador. Lo encontré después casi todas las semanas mientras estuve en Salinas.

A veces él subía al pueblo, más frecuentemente nosotros bajábamos a Guaranda y nos hospedábamos en el Obispado. Llegábamos después de 5 horas de camino (durante los 6 meses del invierno la carretera no era transitable) enlodados, hambrientos y cansados: encontrábamos siempre una ducha caliente, un buen plato de comida y una cama limpia.

Lo más lindo era encontrar a Monseñor que nos atendía personalmente, escuchaba nuestras alegrías y penas, nos orientaba para resolver con justicia y paz los problemas que enfrentábamos y nos entretenía hablándonos de historia, geografía, literatura, filosofía, arte, idiomas, religión y fe. Tenía una cultura enorme y una memoria extraordinaria.

Después vinieron los años del FEPP. No le interesaban las cositas de todos los días: nos guiaba en los grandes temas relacionados con principios y valores ( todavía no se hablaba de misión y visión), opción por los pobres, gratuidad, organización popular, crédito, lucha a la pobreza.

El desde un comienzo ha puesto las raíces de lo que llegaría a ser el FEPP. Su presencia física en las oficinas del FEPP disminuyó progresivamente en la medida que aumentaba su confianza en los laicos y laicas que formábamos la institución.

Se enfermó en septiembre de 1992 durante el encuentro nacional del personal, reunido en Santo Domingo de los Tsáchilas. Nunca más recupero’ el don de la palabra y la movilidad de sus brazos y de sus piernas durante los 35 meses que duró su enfermedad, pero siempre estuvo consciente. Se preparó así para su encuentro cara a cara con el Señor, el 7 de agosto de 1995. Tenía 90 años.

Un día como hoy hace 27 años.
Le recordamos con gratitud, cariño, admiración y con la voluntad de acercarnos a su ejemplo de vida. Esperamos que nos ayude a comprender correctamente los desafíos de la sociedad de hoy para aportar con respuestas concretas que nazcan de nuestra inspiración cristiana, nuestra vocación de servicio y la gratuidad.

Un saludo cordial a quienes de cualquier manera estamos ligados a la vida y a las obras de Mons. Cándido Rada.
Bepi Tonello